miércoles, 13 de abril de 2011

Mi voluntariado en Ecuador

Exactamente hoy hace seis meses llegué a Ecuador y estoy superfeliz que puedo estar medio año más aquí. Mi familia de Alemania me dice que me falta mucho tiempo todavía pero yo siento que el tiempo pasa muy muy rápido y por eso quiero aprovechar cada día.


En Sendas por fin hemos empezado trabajar con escuelas. Una vez en la semana damos un taller sobre temas ambientales. Algunas veces me acompañó mi compañera Andrea, algunas veces un promotor ambiental y otras veces me fui sola. La mayoría de las escuelas en el campo por Gualaceo son muy pequeñas. Tienen unos veinte alumnos/as con un o una solo/a profesor/a. Ya pasó que la Junta Parroquial no avisó a una escuela que íbamos a dar el taller pero sin embargo la profesora nos recibió con mucho gusto. Me impresionó su espontaneidad y flexibilidad. Los niños y las niñas están a veces un poco tímidos/as pero también curiosos/as. Para mi el trabajo con niños y niñas es un desafío porque ellos no son como jóvenes o adultos que a veces sólo te escuchan por cortesía, ellos te muestran si no les gusta una actividad o si están aburridos. Aunque a veces es difícil a mi me gusta esa forma de honestidad porque me ayuda a mejorar los talleres.


Un trabajo totalmente diferente realizamos en enero en el monte. Con aproximadamente 60 personas y unos caballos subimos arriba en las montañas. Ahí sembramos árboles. Cuándo yo les dije a los demás que yo también quería sembrar árboles un hombre me dijo “Bueno, te hacemos los huecos para que tu puedas poner las plantas.” y cuándo yo le dije “No, también quiero hacer los huecos” me miró muy sorprendido. Después, trabajé con mucho gusto porque por un lado en realidad disfruté sembrar y por otro lado porque sentía que había roto la imagen de “la gringa que no se quiere ensuciar las manos” que evidentemente había tenido ese hombre.


Una semana muy rica fue para mí la semana de los “Campamientos Vacacionales”. Tuve la oportunidad de conocer otra realidad en Ecuador. Desde el primer día los niños y niñas estaban muy abiertos y cada día venían más. Jugamos mucho y la pasamos muy bien. Pero aparte de esto también vi que duro era el trabajo en la fábrica de panela donde hasta los niños y niñas tenían que trabajar. Me preguntaba si tendrán la oportunidad de salir de su comunidad cuándo sean mayores o si toda su vida se quedarán ahí trabajando en la fábrica. Otra cosa que me afectó mucho fue que casi todos los niños y niñas me contaron que sus papas les pegaban. Un niño dijo” Esta mal cuándo nos pegan sin motivos.” y yo sólo pensaba “Y con motivos no está mal? Y cuáles son motivos por pegar un niño?? Para mí no hay ninguno.” En mi opinión sería bueno y necesario trabajar también con los padres de las comunidades porque normalmente uno trata a sus hijos como los padres trataban a uno mismo. Cuándo al último día nos despedíamos de todos una niña me abrazó y empezó a llorar. Eso me emocionó mucho y estoy triste por probablemente no verlos nunca más.


El lunes y el martes de carnaval pasé con Linda y Leona en Montañita. El contraste no hubiera podido estar más grande. De repente teníamos agua caliente, comimos en restaurantes y salimos a bailar. Eso disfruté pero lo que ahora aprecio más es que tenía una niñez llena de cariño y sin golpes, una buena formación escolar y que tengo la posibilidad de viajar. Siento que la desigualdad de oportunidades en el mundo es enorme y quiero contribuir combatirla.


Challuabamba, 13 de marzo de 2011, Milena Nikolaus voluntaria en SENDAS, Cuenca

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